Salí de ver la película Modigliani de Mick Davis, con una sensación de profunda nostalgia. Con una envidia feroz. Y una total incomprensión de lo que es pero hubiera podido ser la belleza, la calma, la atmósfera y el aroma de nuestra caduca Mallorca. Por un momento imaginé, que la creativa secuencia, aquella que se desarrolla bajo el gris amanecer sobre las buhardillas de París, donde la noche une, alumbra y desgarra los misterios de la inspiración de Soutine, Diego Rivera, Kinsling, Utrillo, Modigliani y Picasso, pariendo con profunda sencillez y rabiosa fuerza sus: «Mi rojo», «México», «Miedo», «Locura», «Modigliani» y «Jeanne». Sí, por un instante imaginé que toda aquella inspirada secuencia, perfumada por la mística melodía, «Ode To Innocence», podría haber sido nuestra inconfundible identidad. Ese signo e isleño camino que nos condujese a los añorados ambientes artísticos de nuestros días. Qué bello hubiera sido contar con esa bohemia tan creadora. Para que, así, alguien hubiera deseado escribir las mismas palabras que se escuchan al terminar la película: “Una vez le vi bailar junto a la estatua de Balzac, qué hermoso era su rostro, qué elegantes sus pasos meciéndose al son de la canción que había en su cabeza. Él, era todo lo que una vez yo fui, de modo que robé ese momento y lo encerré en mi memoria, para que se quedara allí y me consolara en mis últimos días”. Palma de Mallorca, 23 de diciembre de 2006 Etiquetas: Diego Rivera, Kinsling, Mick Davis, Miguel Veny Torres, Modigliani, Ode To Innocence, Picasso, Soutine, Utrillo