Artículos de opinión. Miguel Veny

Palma de Mallorca - 1954 - Mi trayectoria profesional la he desarrollado siempre en el campo de la PRODUCCION CINEMATOGRAFICA Y AUDIOVISUAL, tanto en el sector privado como en I.O.R.T.V.E. (Dehesa de la Villa - Madrid); TVE (Prado del Rey - Madrid) y TELE-5 (Fuencarral - Madrid). Un saludo. venytorres@ono.com

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01 marzo 2010

CHOPIN Y EL SILENCIO MALLORQUÍN


     Como mallorquín -por mi descendencia familiar bien se me podría decir «mallorquín viejo»- permítanme utilizar este espacio de Internet para homenajear a Frédéric Chopin al conmemorarse los 200 años de su nacimiento. Sirvan estas palabras para compensar, en algo, el imperdonable silencio de la sociedad mallorquina -sin ser francés vean los grandes fastos que les dedica París-. Chopin y su amante George Sand no tan solo visitaron Mallorca, si no que residieron aquí algún tiempo. El tiempo necesario en que, se dice, Chopin trabajó en las partituras de Preludios Op. 28, de Scherzo en Do sostenido menor Op. 39 y las Polonesas Op. 40, y George Sand padeció ciertas experiencias vitales que, tras su análisis, dieron como fruto la novela «Un invierno en Mallorca» en la que describe, sin complejo alguno, tanto el anacronismo, en aquellos tiempos, de la idiosincrasia mallorquina «Los campesinos, cuando te cruzas con ellos en el campo, siempre intercambian un saludo, pero si queréis trabar conversación, sin ser conocido por ellos, se guardan muy bien de contestar aunque que se les hable en su misma lengua. Basta que tengáis aire de extranjero para que os teman y tuerzan el camino para evitarlo.



   De todas maneras hubiéramos podido vivir en paz con estas buenas gentes, si hubiésemos hecho acto de presencia en su iglesia. No hubieran dejado de murmurar en cualquier momento, pero hubiéramos podido pasear por sus campos sin exponernos a recibir alguna pedrada en la cabeza
», como la belleza incontestable de la sierra de Tramuntana. «Cuando la contemplación del fango y de las tinieblas de París me sumergen en el tedio, cierro los ojos, y vuelvo a ver, como en un sueño, esa montaña llena de verdor, esas rocas salvajes y esa palmera solitaria, perdida en el fondo de un cielo rosado».
     Chopin y su música se escuchó y la interpretó aquí, sólo por ello, y ahora que se cumplen 200 años de su nacimiento, digo: gracias por aquella visita, perdona nuestro embrutecimiento, y como mitómano acepta aquellas rosas que, en su día, deposité sobre la fría losa en la que se esculpe tu nombre en el cementerio Père Lachaise de París.

Palma, 1 de marzo de 2010

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