LA INGRATITUD DEL PSIB

     Sé, que la idiosincrasia balear está tan alejada de la noble actitud de la crítica que, interesadamente, siempre la confunde con el resentimiento.

     Aconsejo a todos aquellos que, con la mejor buena fe, pretendan labrar, enriquecer y cosechar en los traicioneros (por su historia) campos del PSIB que reflexionen sobre estas palabras de Paco Umbral: «Recuerdo que mi madre le encargó a un ebanista de León una caja de ebanistería que luego no le pagó nunca, ni tenía dinero para ello. El ebanista acudía todas las semanas, reverencial, a pedir lo suyo, y mamá le recibía sentada en el lecho, inmarcersible como una Greta de no sé qué película, y lo dejaba para la semana siguiente. Así, años. El caso es que el ebanista, hombre enteco, remoreno, joven y de mono, nunca protestó sino que se sentía muy honrado de que mamá le recibiese una vez por semana. La grandiosidad de esa audiencia borraba sus fines, que es lo que ha de hacer siempre un buen político, y mamá aplicaba siempre este sistema a todo, como que lo había aprendido de D. Manuel Azaña, del que dicen que fue secretaria. Yo me sentía protegido por mi madre y su elegantísima capacidad de no pagar».

Palma de Mallorca, 2 de febrero de 2008

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