BITEL

     Estoy convencido de que la mayoría de nosotros hemos observado, alguna que otra vez, las reacciones que conllevan modos de conducta como el registro del bolso de la esposa, la compañera, la amante e incluso de la hija. Cuchichear por habitaciones y muebles de otros, por cajones y archivos de mesas de despacho que no son de uno. Utilizar malas artes para informarse del contenido de los sms y los números de las últimas llamadas recibidas y efectuadas desde el móvil de una persona, que no es otra que con la que, por circunstancias extrañas o no, convives parte del día, así es la vida ¿qué le vamos a hacer?. Este cotorreo y malsana curiosidad, aunque se haga en el mejor marco de la inocencia, siempre cosecha hacia quien lo practica la mas feroz desconfianza. Y lo que es más importante son deslealtades que producen o deberían producir una determinante y galopante pérdida de confianza hacia las personas e instituciones que lo practican. Y, por cierto, próximamente éstas serán examinadas por la ciudadanía balear a través de su voto. ¿Acaso nos merecemos ser gobernados por amantes de secretos ajenos?.

Palma de Mallorca, 7 de julio de 2006

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