LUIS MARÍA ANSÓN EN RELACIÓN A UPyD
Luis María Ansón escribe:
Querida Rosa…
Eres una mujer votable. Si tuviera yo que elegir los diez mejores artículos que he leído en los últimos dos años, figuraría entre ellos el que has titulado Lo peor ya ha pasado. No se puede escribir con más claridad, con más profundidad de concepto, con más previsora sagacidad, con tanta razón …
Es verdad que Zapatero ha hecho trizas el legado de la Transición. El pacto entre el centro derecha y el centro izquierda, más del 80% del voto popular, fue arrumbado por el faro de la Alianza de las Civilizaciones, para entenderse con los voraces nacionalismos periféricos. Cambió Zapatero de socio constituyente, como ha explicado el profesor Varela Ortega, y España entera se fragilizó. «Aunque provocara la derrota del PSOE, no es la economía lo que falla en España. Aquí lo que está en crisis es la política».
Lo peor, en efecto, querida Rosa, no es el zarandeo económico. Lo peor es lo que ocurrió durante la pasada legislatura con los despropósitos de una política procaz, dominada por la improvisación y la liviandad. «Lo peor -has escrito lúcidamente- pasó mientras se rompían todos los acuerdos de Estado, mientras se cavaba una zanja que volvía a dibujar la imagen de las dos Españas. Lo peor pasó mientras se ponían en marcha las reformas de la Constitución vestidas de nuevos Estatutos de Autonomía. Lo peor pasó mientras se rompía el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y se le encomendaba a Eta la tarea de protagonizar la segunda Transición. Lo peor pasó cuando el gobierno de España llevó al Parlamento Europeo el debate sobre la negociación con la banda terrorista y consiguió que esa institución legitimara a Eta como interlocutor político de un Gobierno de la Europa democrática. Lo peor pasó durante la primera legislatura de Rodríguez Zapatero. En esos cuatro años se perpetró la ruptura de todos los puentes, de todos los lazos entre españoles. Lo peor pasó cuando nadie cuestionó -ni desde la política ni desde los sectores económicos más influyentes ni desde los medios de comunicación- la decisión estratégica del jefe del Ejecutivo de impulsar (a la manera de Mitterrand) el nacimiento de una nueva extrema derecha que rompiera al Partido Popular para que la derecha democrática española -la que ha gobernado y gobierna muchas instituciones en nuestro país- tardara mucho en volver a ganar unas elecciones.
La baraka de los jerifes y morabitos acompañó a Zapatero mientras las vestiduras de la España unida se hacían jirones en las alambradas de la Moncloa. Entiendes tu, mi querida Rosa, que la suerte ha abandonado al presidente circunflejo, que la fortuna no le acompaña ya a su audacia, que los suyos le han acorralado y están dispuestos a relegarle al zaquizamí de la Historia. Sufrimos ahora los años de la primera legislatura zapatética, «en los que las leyes se hacían con el objetivo de romper cualquier tipo de consenso, cualquier acuerdo del pasado construido con el compromiso de no volver a enfrentar a los españoles. Fue esa la época en la que los pactos se trabaron entre los que no creen en España como nación ni como Estado y quien ostenta la titularidad del Gobierno de España. Fue esa época en la que se teorizó el todo vale o como sea para conseguir ganar una votación puntual u obtener una foto con cualquier mandatario (o deportista, o escritor, o lo que sea) que tuviera buena imagen».
Dices, querida Rosa, que Zapatero ha tirado a la basura la mayor parte de lo logrado tras la muerte de Franco, que ha negado el valor de la Transición, de la Constitución, del reencuentro de los que nos une, que ha sumado al tren a unos pocos, expulsando a la mayoría de los que viajábamos juntos.
Las ramas de la economía no deben enturbiar la visión del bosque político: La crisis económica, con toda su aspereza de impopularidad, no es lo peor de la gestión zapatética. Lo peor es el despropósito político que ha zarandeado la obra de Felipe González, del cardenal Tarancón, de Adolfo Suárez, de Juan Carlos I, del inolvidado Juan III. El daño económico de las ocurrencias de Zapatero es subsanable, el político, en algunos aspectos del secesionismo periférico parece irreversible.
Querida Rosa…
Eres una mujer votable. Si tuviera yo que elegir los diez mejores artículos que he leído en los últimos dos años, figuraría entre ellos el que has titulado Lo peor ya ha pasado. No se puede escribir con más claridad, con más profundidad de concepto, con más previsora sagacidad, con tanta razón …
Es verdad que Zapatero ha hecho trizas el legado de la Transición. El pacto entre el centro derecha y el centro izquierda, más del 80% del voto popular, fue arrumbado por el faro de la Alianza de las Civilizaciones, para entenderse con los voraces nacionalismos periféricos. Cambió Zapatero de socio constituyente, como ha explicado el profesor Varela Ortega, y España entera se fragilizó. «Aunque provocara la derrota del PSOE, no es la economía lo que falla en España. Aquí lo que está en crisis es la política».
Lo peor, en efecto, querida Rosa, no es el zarandeo económico. Lo peor es lo que ocurrió durante la pasada legislatura con los despropósitos de una política procaz, dominada por la improvisación y la liviandad. «Lo peor -has escrito lúcidamente- pasó mientras se rompían todos los acuerdos de Estado, mientras se cavaba una zanja que volvía a dibujar la imagen de las dos Españas. Lo peor pasó mientras se ponían en marcha las reformas de la Constitución vestidas de nuevos Estatutos de Autonomía. Lo peor pasó mientras se rompía el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y se le encomendaba a Eta la tarea de protagonizar la segunda Transición. Lo peor pasó cuando el gobierno de España llevó al Parlamento Europeo el debate sobre la negociación con la banda terrorista y consiguió que esa institución legitimara a Eta como interlocutor político de un Gobierno de la Europa democrática. Lo peor pasó durante la primera legislatura de Rodríguez Zapatero. En esos cuatro años se perpetró la ruptura de todos los puentes, de todos los lazos entre españoles. Lo peor pasó cuando nadie cuestionó -ni desde la política ni desde los sectores económicos más influyentes ni desde los medios de comunicación- la decisión estratégica del jefe del Ejecutivo de impulsar (a la manera de Mitterrand) el nacimiento de una nueva extrema derecha que rompiera al Partido Popular para que la derecha democrática española -la que ha gobernado y gobierna muchas instituciones en nuestro país- tardara mucho en volver a ganar unas elecciones.
La baraka de los jerifes y morabitos acompañó a Zapatero mientras las vestiduras de la España unida se hacían jirones en las alambradas de la Moncloa. Entiendes tu, mi querida Rosa, que la suerte ha abandonado al presidente circunflejo, que la fortuna no le acompaña ya a su audacia, que los suyos le han acorralado y están dispuestos a relegarle al zaquizamí de la Historia. Sufrimos ahora los años de la primera legislatura zapatética, «en los que las leyes se hacían con el objetivo de romper cualquier tipo de consenso, cualquier acuerdo del pasado construido con el compromiso de no volver a enfrentar a los españoles. Fue esa la época en la que los pactos se trabaron entre los que no creen en España como nación ni como Estado y quien ostenta la titularidad del Gobierno de España. Fue esa época en la que se teorizó el todo vale o como sea para conseguir ganar una votación puntual u obtener una foto con cualquier mandatario (o deportista, o escritor, o lo que sea) que tuviera buena imagen».
Dices, querida Rosa, que Zapatero ha tirado a la basura la mayor parte de lo logrado tras la muerte de Franco, que ha negado el valor de la Transición, de la Constitución, del reencuentro de los que nos une, que ha sumado al tren a unos pocos, expulsando a la mayoría de los que viajábamos juntos.
Las ramas de la economía no deben enturbiar la visión del bosque político: La crisis económica, con toda su aspereza de impopularidad, no es lo peor de la gestión zapatética. Lo peor es el despropósito político que ha zarandeado la obra de Felipe González, del cardenal Tarancón, de Adolfo Suárez, de Juan Carlos I, del inolvidado Juan III. El daño económico de las ocurrencias de Zapatero es subsanable, el político, en algunos aspectos del secesionismo periférico parece irreversible.
Palma, 30 de enero de 2011
Etiquetas: Economía, Luis María Ansón, Miguel Veny Torres, Política, Rosa Díez, UPyD, Zapatero
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